El Aeropuerto Ecológico de Galápagos o Aeropuerto Seymour de Baltra es el primer aeropuerto ecológico del mundo y el primero en Latinoamérica y el Caribe en ser Carbono Neutro.
Estos logros ambientales, junto a otros alcanzados a escalas nacional e internacional, lo han hecho merecedor del reconocimiento de organismos multilaterales e importantes medios de comunicación a escala mundial, que lo ubican como un ejemplo a seguir, tanto en el ámbito aeroportuario como en el ambiental.
El aeropuerto forma parte de Corporación América, el mayor operador privado del mundo por número de aeropuertos, y el décimo más grande en términos de tráfico de pasajeros. Actualmente, opera 52 aeropuertos en siete países en América Latina y Europa, entre ellos el Aeropuerto José Joaquín de Olmedo, de Guayaquil.
Diseño y construcción
Fue pensado, diseñado y construido como una edificación sustentable, lo que lo hizo acreedor al mayor reconocimiento en el mundo en términos de construcciones ambientales: la certificación LEED Nivel Oro del Consejo de Construcción Sostenible de Estados Unidos.
La terminal está ubicada en dirección de los vientos predominantes, de esta forma, se aprovecha al máximo la brisa natural que permite bajar la temperatura promedio sin uso de aire acondicionado, mejora la ventilación y permite regular con mayor control la cantidad de luz solar.
La estructura que la sostiene está constituida de tubos de exploración petrolera –en desuso- recuperados del Oriente ecuatoriano, evitando el consumo de energía, agua y la generación de CO2 que provoca la producción de material nuevo.
Funciona 100% con energía renovable, para ello combina el uso de casi 400 paneles fotovoltaicos ubicados en las caminerías de ingreso y salida de pasajeros, con energía eólica que proviene de las torres ubicadas en la isla.
Los locales comerciales fueron elaborados con madera y metal reciclados de la antigua terminal, mientras que otros materiales fueron seleccionados bajo criterios de disminución del impacto ambiental en el entorno, sin producción de compuestos volátiles, como el recubrimiento de pintura y pisos de bajo mantenimiento.
También se ha reutilizado más del 80% del material (en concreto, las estructuras metálicas y la madera) procedente del antiguo aeropuerto. Y la piedra volcánica de la isla de Baltra se ha empleado para revestir los muros externos de la terminal (6.000 metros cuadrados), mimetizándola con el entorno y logrando un menor impacto ambiental.
Carbono neutro
El aeropuerto cuenta con su propia planta desalinizadora, que capta el agua de mar para, una vez desalinizada, usarla en el terminal; la recolecta, la trata y la recicla para evitar generar de residuos y aportar al ahorro de agua.
El agua que se produce es apta para el consumo humano, por lo que se espera ponerla a disposición de los turistas en una fecha cercana y aportar a la eliminación del plástico en las islas.
La operación del Aeropuerto Ecológico de Galápagos es consecuente con su construcción y, por ello, se certificó como Carbono Neutro, convirtiéndose en el primero en América Latina y el Caribe, tras participar en el programa Airport Carbon Accreditation de la ACI (Consejo Internacional de Aeropuertos).
Con estos grandes logros ambientales, el Aeropuerto Ecológico de Galápagos marca un importante precedente que permite fijar el rumbo que deberían seguir todos los aeropuertos del mundo; confirma, además, que es posible cuidar el medio ambiente sin descuidar la operación aeroportuaria de calidad, destacando de manera particular, el hecho de que todo se haya realizado en un ecosistema tan sensible como es el de las islas Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad.